Se me hizo (y también ahora lo es) un poquito
difícil escribir sobre Cuba.
Paisajes he visto varios, sé que aún no
suficientes. Pero demasiados han sido muy hermosos. Gente, he conocido otras
tantas, seguro que no todas. Y muchas las que recordaré por siempre.
Sin embargo, no imaginaba llegar hasta aquí. No
imaginaba que uno podía sentir algo semejante por una loca y hermosa isla.
Que me enseñara tanto en tan poco, con su
simpleza y felicidad.
Ellos saben que aún queda mucho por mejorar,
muchísimo más por ver y probar. Pero tan cultos y musicales, les puedo asegurar
que alcanzaron la felicidad mucho antes que el resto.
Entonces uno se replantea cuanto es que en
verdad necesitamos. Pero dejemos el punto de reflexión para más adelante.
Después de volver a Bogotá y pasar unos días
más con nuestra couch preferida en esta ciudad (Amparo) volábamos a Cuba.
Llegar al aeropuerto fue una odisea en la que tardamos casi 3 horas en cruzar
la ciudad.
Pero llegamos justo a tiempo y una nueva
anécdota surgía previó al despegue. En un avión con capacidad de 300 personas
aprox. solo éramos 18. Una sensación rara, incrementada por el operativo anti
explosivos, pero que nos permitía cambiarnos de lugar y ocupar 3 asientos cada
uno.
Ya con un pie en La Habana el sueño comenzaba.
Todo nos pareció irreal durante los primeros 2 días. Si bien ya nos habían
comentado que estar allí era como viajar en el tiempo, uno no lo cree o no lo
siente así hasta que lo vive por uno mismo.
Respecto a nuestra forma de hospedarnos
durante estos meses que llevamos viajando, sufrimos una leve modificación. En
Cuba no está permitido hospedar extranjeros sin una licencia de turismo, por lo
que el Couchsurfing está prohibido. Sin embargo, a través de esta página
contactamos a Yuri, quien, además de ponernos al tanto de esta particular
situación, nos recomendó un hostel económico para mochileros en el cual el
ayudaba a la dueña. La casa de Mirella, una señora increíble, super amable y
generosa, economista y enfermera que nos ha cuidado durante nuestra estancia
allí como a sus propios hijos.
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Nuestro mentor cubano, Yuri. |
Nos esperó despierta en el balcón, puesto que
llegamos casi a medianoche. Una vez que acomodamos las cosas, Yuri pasó por
nosotros y fuimos a tomar algo para, como quien dice, romper el hielo y
presentarnos también a algunos de sus amigos (entre ellos el gran Ray).
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Nuestra madre cubana, Mirella. |
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Raidel, amigo de la casa. |
Después de pasar nuestra primera noche en el
malecón de La Habana y descansar durante casi toda la mañana comenzábamos a
conocer y a descubrir, de a poco, esta maravillosa ciudad, que nos cuesta, aún
hoy, creer que sea la capital de un país, tanto por su tranquilidad, seguridad,
arquitectura, autos viejos y, en particular, su gente.
Caminar por horas no era un inconveniente. Las
piernas no se cansan de andar por las calles de la Habana Vieja. Ese lugar de
ensueño, en el que uno no sabe, hasta pasadas las horas, que es real.
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Habana Vieja I |
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Habana Vieja II |
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"- Te digo que es por allá! - Mmm puede ser!" |
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Andando por Cuba |
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Siesta & Símbolos |
Visitábamos el Museo de la Revolución, donde
conocíamos bastante más del cómo Cuba es hoy Cuba, y no un país más entre el
resto. Pasillos y salones cargados de historia, muerta y viva, hacían ponernos
la piel de gallina. Entendíamos un poco más por qué en las calles aún se
respiran los aires de la revolución, porqué son ídolos los ídolos y que a pesar
de las opiniones cruzadas que puedan existir sobre cada personaje, fueron tipos
de increíbles principios, de esos que ya no se ven por ahí.
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Museo de la Revolución |
Visitar La plaza de la Revolución no fue un
acto menor. Aunque sea la foto trillada, ese lugar genera un “no sé qué”, que
nos emocionaba.
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Plaza de la Revolución, el Che. |
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Al servicio de turista |
Un capítulo aparte debería dedicar si quisiera
contar más acerca de la historia de la Revolución, y es por eso que no lo hago,
pero podemos leerlo en algún libro, buscarlo en alguna página de internet. Y,
en serio, lo recomiendo bastante hacerlo para entender por qué estas personas
han sufrido (y todavía hoy día sufren) de uno de los genocidios más grandes de
la historia.
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Una imagen, más que mil palabras. |
Ya por las tardes intentábamos acercarnos más
a la cultura cubana. Conocer los lugares míticos, cómo la Bodeguita del Medio
por ejemplo, o simplemente sentarnos en alguna vereda, en alguna terraza, a
escuchar esa hermosa música que hacen y sale desde un lugar muy profundo de sus
corazones.
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Negra habanera |
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La bodeguita del diome |
En lo que respecta a la vida nocturna,
seguíamos con nuestro personal trainer Yuri. Visitábamos varios lugares, varios
bares y boliches, y siempre con compañeros nuevos de todas partes del mundo. En
especial recordamos, en nuestra primera estadía en la Habana, a Ron (60 años
aprox). Venía desde Holanda, con su bicicleta a recorrer Centroamérica y nos
enseñaba que para viajar y recorrer siempre hay tiempo.
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Con un gigante de los pedales, Ron. |
Pasados los primeros días partíamos rumbo a
Cienfuegos. Un poco en taxi, un poco a dedo, un poco en colectivo, llegábamos a
la casa de Lily y su familia. Gente que nos ha tratado de maravillas y con la
que hemos disfrutado de hermosas charlas.
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Lily & los descarados |
Cienfuegos, una ciudad tranquila que se
caracteriza por sus edificios viejos pero mantenido de forma brillante y de la
que nos llevamos una gran amiga, Lily, con la que hoy seguimos en contacto por
mail, y que se preocupa porque no seamos, como ella dice, unos descarados.
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Parque José Martí |
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Teatro |
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Escuela |
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Unión de Jóvenes Comunistas |
Utilizábamos por primera vez el Viazul, la línea
de transporte casi exclusiva para turistas, para llegar a la ciudad de
Trinidad. Otro lugar de encanto, donde aún son moneda corriente las calles de
adoquines y los coches más nuevos son los más extraños de ver.
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Trinidad I |
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Trinidad II |
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Trinidad III |
En la casa de Omar dormíamos, pero eso no es
lo más importante, sino que aquí nos cruzábamos por primera vez con quien hoy
es como un hermano para nosotros, Junior. Quien viaja por este continente desde
Bélgica, pero con raíces del Congo. También se sumaba al equipo Benjamín, desde
Alemania, un personaje que con su violín supo hacer un gran dúo con la guitarra
del Chelo.
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Benjamin |
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Chelito |
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Junior |
Juntos fuimos a la playa de Ancón, salíamos a
comer, a tomar algo, a la mágica Casa de la Música, y a seguir intentando dar
lucha a la salsa.
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"Crisol de razas" |
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Atardecer en Ancón |
Nuestra última noche en Trinidad conocimos a
unas chicas de España (Inma, Alicia y Paqui) con las que, luego en la Habana,
armaríamos un lindo grupo de amigos.
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Una vuelta andaluza en Cuba |
Al otro día partíamos hacia Santa Clara. La
ciudad del Che. Junto a Franchesca, una nueva compañera de Inglaterra, a quien
adoptábamos casi como una hermana menor durante el próximo destino.
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Taxi a Santa Clara |
Pero antes de eso, nuestra última mañana
transcurría en la vereda de la casa de Omar. Donde el Chelo tocaba la guitarra
y de a poco los vecinos, en su mayoría gente mayor, salía a saludarnos y
conversar con nosotros. Y así fue que conocí a Nelson, quien había sido parte
de la expedición cubana en Etiopía y me regalaba un libro sobre el Che con
dedicatoria incluida. Otro de los momentos en los cuales uno confirma que haber
salido a recorrer estas tierras no fue una equivocación.
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Recibimiento del presente de Nelson. |
Santa Clara fue la ciudad que liberó el Che.
Donde tiene lugar una de sus máximas hazañas. El asalto al tren blindado. Tras este
hecho, la dictadura de Batista llegaba a su fin. Y nosotros conocíamos ese
lugar y nos encontrábamos con un personaje que nos hacía emocionar. Uno de los
guardias del lugar, un hombre de unos 70 años que era oriundo del lugar, nos
relataba el aquel día de su niñez. Cómo la guerrilla comandada por Guevara
avisaba a cada casa del pueblo que evacuara, ya que no querían sufrir ninguna
baja civil. Cómo después de esos días, el Che caminaba por las calles, hablando
con los vecinos, trabajando a la par de cualquier otro. Palabra tras palabra
nuestra piel se erizaba y de los ojos del vecino brotaban lágrimas emotivas
producto de una fuerte nostalgia.
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"Fue una estrella quien te puso aquí." |
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Tren blindado |
Aún quedaba un lugar importante en Santa Clara.
El museo y mausoleo del Che. Una muestra más que refleja la humildad que tenía
aquel hombre. Acompañado del resto de sus compañeros, sin mayor distinción
entre unos y otros, descansaban, después de mucho tiempo, juntos aquellos hermanos
revolucionarios.
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Museo del Che (debajo, el mausoleo) |
Habiendo caminado por las calles de esta
tranquila ciudad, habiendo conocido a otros tantos vecinos amables que nos
pedían unas fotos al pasar, partíamos, en teoría, rumbo a Santiago.
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Patrullas en Santa Clara |
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Vecinas de Santa Clara |
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Santa Clara |
Digo en teoría porque el colectivo en el que
teníamos reserva no llegó. A re planificar sobre la marcha. O esperábamos hasta
entrada la madrugada o cambiábamos el destino. Y haciendo caso a nuestra
intuición cambiamos.
Nos íbamos a pasar un día al Cayo Santa María,
junto a nuestro amigo belga, para luego volver a La Habana unos días más.
Un cayo que tiene un mar increíble, con su
color turquesa que la razón no puede descifrar su porqué. Y eso que aún faltaba
el valor agregado del día. Habernos infiltrado en el restaurante de un all
inclusive. Habiendo comido y bebido lo suficiente y tras la correspondiente
siesta playera, ya por la tardecita retomábamos el camino rumbo a la Habana.
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Cayo Santa María I |
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Nudismo |
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Operación infiltrados en el hotel |
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Hasta la victoria siempre! |
Los próximos días fueron más de relajo y
fiesta. Sacándole al máximo el jugo festivo que tiene este lugar. Nos reencontrábamos
con las chicas españolas, fuimos a las playas del este, salidas nocturnas y
hasta recitales gratuitos en la calle de Silvio Rodríguez y Buena Vista Social
Club.
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Taxi belga-argento-francés-cubano |
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Borrachos |
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Kaya & Aida - Cubanos - Chelo |
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Esperando, como siempre, a Junior |
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Playas del Este con Andalucía |
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Recital Buena Vista Social Club I |
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Recital Buena Vista Social Club II |
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La escalera del Conejo |
Pero cómo todo, y en particular esto tan
lindo, iba llegando a su fin. Junior volaba a Costa Rica, las chicas volvían a
España, y a nosotros nos quedaban unos días más para visitar Viñales y seguir
haciendo amistades.
Esta vez viajábamos, casi en una aventura de
riesgo, con dos chicas de Eslovenia (Aida y Kaja). De riesgo porque por la
noche el auto en el que viajábamos se quedó sin luces. Anduvimos varios kilómetros
bajo estas circunstancias hasta que llegó el reemplazo del coche. Luego
debíamos tomar otro medio de transporte para llegar a Viñales. Y lo hicimos en
los famosos camiones.
Viñales, un lugar bastante más destinado al
turismo de alta categoría, no dejaba de ser un pueblito de película. Y cómo
solo teníamos un día para conocer, decidimos hacer la parte de montaña y
plantaciones.
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Pequeñas cosas lindas |
El día comenzó gris y nublado, resultando de
esto en algunas gotas. Caminando al lado de la ruta, nos frenó un hombre con su
carreta y su caballo que nos ofrecía llevarnos y hacernos de guía por la
montaña, sin compromiso. Accedimos y fue una gran decisión, ya que de otra
manera no hubiésemos llegado a los lugares en los que estuvimos ese día.
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Nuestro guía en Viñales |
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Viñales I |
Conocimos un poco más de la historia de los Acuáticos,
ya casi en extinción. Una población que solo creía en el poder curativo del
agua. Caminamos dentro del bosque de la montaña, escalando cuevas. Visitamos
una granja de café orgánico y una plantación de tabaco, también orgánico. En este
último lugar nos hicieron una breve explicación y demostración sobre el proceso
de producción de habanos. Y como no podía ser de otra manera nos volvimos
fumando un purito por la montaña, viendo un atardecer que completaba el
corazón, esos instantes que dicen ser llamados felicidad.
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La Cueva |
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Eslovenia & Argentina |
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Café al sol |
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Plantación de flores |
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Plantación de tabaco |
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Armando un puro |
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Viñales II |
Ya de regreso, era nuestra última noche en
Cuba. Salida de despedida y al próximo día vuelo a Cancún.
Y cómo decía al principio, ya varios párrafos
arriba, nunca nada nos hizo reflexionar tanto. Pensar sobre cuanto necesitamos
en realidad. Pensar sobre cómo seguir el viaje. Pensar en que viene después del
viaje.
Creo sin dudas que todos debieran conocer,
cuanto antes mejor, la forma de vida de esta gente.
Saber que el mundo material y consumista en el
que vivimos puede ser muy lindo y muy cómodo, por no mencionar los aspectos
negativos. Pero que no es el único estilo de vida.
Unos de los días más completos que vivimos, que
justifica todo lo que hemos estado realizando para llegar ahí.
Agradecidos eternamente de poder haber experimentado
esto.
Hasta victoria siempre!
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Sentir Cuba |
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Volverán |