A continuación el relato de lo que fueron 3 semanas por el Caribe Colombiano.
Llegar a Cartagena fue fácil. Gracias a una
compañía low cost pudimos ahorrarnos unas 15 hrs aprox. de viaje por el mismo
precio.
Un calor agobiante nos recibía y aún no
sabíamos dónde pasar nuestra primera noche. Después de hacer un recorrido en
bus toda la ciudad (porque nos pasamos de la parada) y haber encontrado hostel,
dormimos una buena siesta. Reponedora, para poder dar unas vueltas el resto del
día.
Nuevo día, nueva compañía. Llegaba Guada, con
varias provisiones que enviaron desde nuestras casas (alfajores, yerba,
medicamentos, ropa). Una especie de Cruz Roja. Hablando en serio, fue muy lindo
volver a ver una cara conocida, alguien tan querido, después de varios meses
fuera.
Por suerte encontramos un couch para los tres,
y después de haber recorrido algunas calles de la ciudad amurallada nos fuimos
para lo de Andrés. Un chico de Perú que vive en Cartagena desde hace ya algunos
años. Si bien tenía mucho espacio en su departamento, no había tantas camas. Y
para más no solo éramos nosotros tres, también habían llegado una chica de
Chile (Teresa) y otra de Colombia (Luisa). Algo así era nuestro layout.
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La banda en lo de Andrés |
Ahora sí, estando el team completo arrancamos.
Free tour por toda la ciudad amurallada. Más de 2 horas caminando debajo del
sol, pero aprendiendo mucho de su historia y sus lugares. Es increíble su esencia,
sus construcciones, su onda, su música, su gente.
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Museo de la Inquisición I |
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Museo de la Inquisición II |
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Iglesia y Botero |
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Calles de Cartagena I |
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Calles de Cartagena II |
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Calles de Cartagena III |
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Cerca de la casa del Gabo |
Existe en esta ciudad el único castillo
construido por los españoles en Sudamérica. Pero lamentablemente la
entrada es demasiada cara por lo que tiene para ofrecer. Sin dudas no
recomendamos pagarlo. Paseamos un rato dentro de los túneles, que es lo único
que hay. Ni una sola explicación de que fue o para que sirvió.
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Castillo San Felipe |
Uno de nuestros momentos favoritos era cuando caía
el sol. Sin dudas algo empezaba a cambiar. Esa esencia que antes mencionaba se
transforma en algo con, aún, más energía (más cuando uno tiene la suerte de
compartirlo con la gente que más quiere). Una ciudad encantada, donde resaltan
esos colores, y donde uno puede encontrarse con gente del lugar dando un espectáculo
de canto y danzas típicas.
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La torre del reloj |
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Nos en la torre |
Habiendo pasado unos días en la ciudad, nos
fuimos hacia la hermosa isla de Barú. Al día de hoy (ya habiendo pasado por
varias playas del resto de Colombia, Cuba y México) podemos decir (y recomendar
claramente) una de las playas y mares más lindos que vimos.
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Juntos a la par |
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Playa Blanca |
Debutaba nuestra carpa y la vida de camping. La
famosa vida de rasta. Cuando caía el sol y nos regalaba un excelente atardecer
ya no quedaba mucho más por hacer. Comer algo, conversar un rato, mirar la luna
y a dormir temprano. De esta manera podíamos aprovechar mucho más las mañanas,
donde el mar era mucho más cristalino y tranquilo que en el resto del día.
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Sin palabras |
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Selfie en el caribe |
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Volviendo al atardecer |
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Retrato I: Guada |
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Retrato II: Luisa |
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La luna y el mar |
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Chelo y la vida rasta |
Nuestra segunda parada real (porque pasamos
una noche por Barranquilla pero no tuvimos esa química necesaria para
quedarnos) en la costa colombiana era en Santa Marta. Una ciudad pequeña, sin
muchas cosas que ofrecer. Llegamos a un “hostel” que solo tenía hamacas o
colchonetas en el piso. Ahí pasamos una noche un poco menos confortable, con
unas compañías no tan amigables. El próximo día cambiábamos a primera hora de
lugar, por nuestra salud e integridad.
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Centro histórico de Santa Marta |
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Oferta de Blue Ray |
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Catedral más antigua de Latinoamérica (fuentes: dudosas) |
Cerca de Santa Marta había un pueblito
pesquero con unas playa muy lindas, Taganga. Allí pasamos el día y probamos la
mejor arepa que comimos en Colombia, una rellena de queso y guacamole!
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Taganga |
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Playa Grande, Taganga |
Un detalle sobre Santa Marta, era la puerta de
entrada al Parque Nacional Tayrona. Un lugar que nos dejó sorprendidos. Una
combinación de selva, animales y playas tan intensa, tan hermosa, que uno se
sentía insignificante ahí dentro.
Volvíamos a acampar, esta vez dentro del
parque, en uno de los primeros paraderos, donde estuvimos solo la mayor parte
del tiempo. Desde ahí teníamos entre 2 y 3 horas de caminata para ir al resto
de las playas. 3 días de aventura, 3 días de conectar con la naturaleza, 3 días
de paz.
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Sentirse insignificante |
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Posible escenario The Walking Dead |
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Cienpies |
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Iguana Blue |
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Cabo San Juan |
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En el Cabo con Guada y Chelo |
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Cabo San Juan |
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Cuidado no tocar |
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Naturaleza salvaje |
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Monito nosequé |
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Primer parador |
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Reflejo en el pantano |
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La Piscina |
La última noche nos despedía de una forma un
poco brusca. Una tormenta como nunca habíamos visto. Una carpa inundada. Una
noche entretenidamente diferente.
Regresábamos a Santa Marta por nuestras cosas
que habíamos dejado, descansar cómodos una noche y partir al próximo destino.
Palomino, un pueblito pequeño, bohemio, donde
también nos costó encontrar un buen lugar donde quedarnos. Cambiamos de hostel
en el mismo día dada la cantidad de mugre acumulada en el primero. Y el segundo
día también puesto que habíamos encontrado uno mejor a igual precio.
Aquí no hicimos mucho, estuvimos en la playa,
tomamos unos mates donde se juntan el rio Palomino con el mar Caribe, y hasta
pudimos ver la sierra nevada de Santa Marta por la mañana (algo que no es tan
sencillo debido a las condiciones climáticas que se dan durante el día).
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Palomino |
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Río Palomino y Mar Caribe |
Pero también nos servía de escala para llegar
al último objetivo que teníamos en Colombia. Llegar a uno de los puntos más al
norte de Sudamérica. El Cabo de la Vela.
Llegar no fue fácil, más casi una odisea.
Colectivo, camioneta y camión. Más de 6 horas de viaje. Pero sabíamos que
valdría la pena.
Un lugar místico. Donde habitan los Guajiros
desde hace cientos de años. Donde el desierto se encuentra con un mar calmo y
turquesa, una combinación que enamora.
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Desierto y Mar |
Un pueblo que parecía fantasma, un paisaje que
nos dejó boquiabiertos, una caminata larga hasta el pequeño faro, un atardecer
distinto.
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Cabo de la vela I |
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Cabo de la vela II |
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Caminata en el desierto o Caminata en el mar |
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Reflexiones del Chelo |
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El faro (?) |
Volveríamos haciendo algunas escalas de nuevo
a la casa de Andrés que se copaba y nos recibía de nuevo.
Llegábamos al último día de Guada. Y otra vez afloraban
sentimientos encontrados como aquel día hace casi 5 meses que nos tocaba partir
de casa. Un hasta luego que incomoda.
Sin duda alguna estamos agradecidos por tan
linda visita y compañía. Esperamos ansiosos el re reencuentro.
Así y todo nosotros debíamos seguir. Estábamos
a un paso no más de cumplir uno de los grandes objetivos del viaje. Llegar a
Cuba.