No queríamos, no estábamos seguros, nos habíamos acostumbrado.
Nos habíamos quedado más quietos que en los últimos meses, y eso nos hacía sentir cómodos de nuevo.
Pero debíamos volver a caminar, a andar, a movernos.
Sin un objetivo determinado ni claro, la premisa sería ciudad a ciudad, lugar por lugar.
Y es por eso que esa noche, la primera del año, nos subíamos a un colectivo rumbo a Palenque. Una ciudad de origen Maya que data de, casi, 500 años.
Amanecidos ya en la terminal de ADO y habiendo desayunado algo, teníamos que encontrar la casa de Mireya. Después de varias vueltas y de preguntar por todo el barrio dimos con ella.
Volvíamos a quedarnos con una familia. 4 hijos, Mireya y su marido. Una casa grande, donde recibían hasta 15 surfers a la vez. Por lo que la estadía allí, más bien parecida a un camping, fue muy entretenida ya que compartimos con otros viajeros de varias partes del globo.
El primer día lo pasamos tranquilos, en la casa descansando un poco. Llegaba la tarde cuando nos dábamos cuenta de que habíamos sufrido una pérdida muy dolorosa, el mate. Nos lo olvidamos en el colectivo. Por lo que la tarde fue una expedición para conseguir armar un mate y una bombilla casera. Y lo logramos.
Ya el segundo día en esta ciudad íbamos a pasar el día conociendo dos lugares de cascadas, cercanos a la ciudad.
El primero, Misol-Ha (que significa “caída de agua”). Inserta en la sierra chiapaneca, una cascada de unos 30 metros. Con una vegetación tropical, se puede hasta caminar por detrás de la caída de agua. Un lugar realmente bonito.
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Misol-Ha |
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Bajo Misol-Ha |
El segundo, y mucho más hermoso y distinto a lo que hemos visto durante todo este tiempo, Cascadas de Agua Azul. Un poco más alejado de la ciudad, esto si nos llamaba la atención. Un color azul, casi turquesa, fluía a través de las rocas, por entre medio de una densa vegetación. Según nos comentaron, es por el tipo de roca y por las sales que el agua del río posee, que se disuelven y gracias al reflejo de la luz, queda de este color.
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Agua Azul I |
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Agua Azul II |
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Agua Azul III |
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Ensueño |
Caminamos por entre las distintas cascadas junto a dos compañeras de la casa, Rebeca y Surya, dos chicas de Francia. Las hacíamos probar el mate y, como de costumbre con los anteriores, ponían cara rara.
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Con las compañeras francesas |
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Reflejos azules |
El día siguiente estaba perdido, lluvia constante durante todo el día. Sólo comer algo rico y tomar unos mates para pasarlo.
Nos quedábamos un día más para poder conocer el sitio arqueológico de Palenque.
Las ruinas de una ciudad Maya, de la que sólo se ha descubierto el 2%, quedando el resto de las estructuras bajo o dentro de la selva. Y, si no recuerdo mal, una de las ciudades donde más escritos sobre esta civilización se han encontrado, entre otras cosas.
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Templo de las Inscripciones |
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Palacio + Observatorio |
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Palacio + Observatorio desde arriba |
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La selva amenaza |
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Caminito |
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Templo de los guerreros |
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Edificios del grupo de la cruz |
Varias ruinas hemos visto hasta hoy. Y siempre nos sorprende lo mismo, la fuerza y capacidad de la naturaleza para volverse dueña de lo que alguna vez el hombre tomo prestado sin autorización (o al menos eso creemos). Cómo sin el basto cuidado que reciben para mantenerse como un punto de interés siquiera podrían verse.
Y la inquietud que nos urge se repite, que pasaría con nuestra civilización si un día, por equis motivo, las abandonamos. Que intentarán descifrar o que será lo que más fascine a quienes estén en nuestro lugar hoy en ese futuro.
En fin, el sitio arqueológico de Palenque nos sorprendió y nos encantó. Y pensar que habíamos dudo en visitarlas.
Ya por la tardecita, habiéndonos despedido de la familia y del resto de los compañeros de casa, estábamos listos para un duro viaje. Cruzar las sierras de Chiapas para llegar, después de estar varados unas horitas en el camino, a San Cristóbal de las Casas.
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Despedida de la familia |
Un viaje de curvas, contra curvas y topes hacían a uno moverse dentro del colectivo cual samba. De pronto, ya de noche, el colectivo se frenó. Un accidente en la ruta nos bloqueaba. Por suerte no demoró más de una hora aprox. y pudimos llegar no tan tarde a San Cristóbal.
Nos recibían, además del frío, Luis y Gladis. Dos amigos, que viven en una casita hermosa, en ese pueblo mágico que es San Cristóbal. Calles pequeñas, casas viejas, muchas iglesias, muchos colores y una movida cultural más que interesante.
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San Cristóbal, una de las calles más bonitas. |
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Esquina mágica |
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"La historia reclama buenos corazones en lucha" |
Los días allí transcurrían tranquilos. Recorríamos las callecitas, nos sentábamos a tomar unos mates en alguna de sus plazas o miradores. Fue en alguno de esos que el cielo nos regaló un atardecer de película, una tarde cubierta en la cual las nubes se teñían de dorado y colorado.
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Grafitis muchos |
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Los pibes |
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Cielo dorado I |
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Cielo dorado II |
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Cielo colorado |
Por las noches, abrigados con la poca ropa que tenemos, casi siempre salíamos con los chicos y sus amigos. Había muchos barcitos con onda que ameritaban conocer. Tomábamos algún mezcal, alguna cerveza, y a bailar un rato.
Otra vez turisteando, realizábamos una excursión en lancha por el Cañón del Sumidero. Un lugar imponente, magnifico, donde volvíamos a sentirnos insignificantes.
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Cañón del Sumidero I |
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Cañón del Sumidero II |
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Sol & Cañón |
Nos contaban, tiene su origen en una falla geológica de hace más de 12-15 millones de años. Desde la lancha podíamos ver algunas de sus paredes de más de 1300 metros de altura desde donde, según la leyenda, los indios Chiapas se arrojaron al río, prefiriendo esa muerte a la conquista española.
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Rayos de luz I |
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Cañón del Sumidero III |
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Arbol de navidad |
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Cascada del Arbol |
Además es una reserva natural, que cuenta con una flora y fauna muy diversificada. Entre ellos pudimos ver distintas clases de aves, monos y hasta varios cocodrilos a orillas del río.
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Cuidado con el coco |
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Rayos de luz II |
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Cañón del Sumidero IV |
Después de haber probado el trabajo de Luis, chef en un restaurant, unos tacos de camarones increíbles, después de pasar la tarde en la plaza y después de una noche con música en vivo nuestra estadía en este lugar llegaba a su fin.
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Taco de camarones |
Nos movíamos rumbo al estado de Oaxaca, habiendo aprendido que:
“Para todo mal, mezcal. Para todo bien, también.”
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