sábado, 10 de octubre de 2015

Algo nuevo me sorprende todos los días


Algo nuevo me sorprende todos los días. 

Pero esta vez lo que me ha dejado pensando fue la conversación con un chico de 13 años, con el que viajamos juntos en el colectivo a Bogotá. 

Muy educado él se acercó y preguntó: “¿de dónde es usted señor? ¿Cómo se llama?” 

Mis datos ya los conocemos, él era Cristian de 13 años. Y tras unos minutos de charla yo le pregunté si sabía que quería ser cuando sea grande. Él lo tenía claro, o al menos por el momento. Futbolista. Nada raro en un chico de su edad. 

Lo que me resultó, no raro, sino sorpresivo fue la pregunta que me hizo él a mí: “¿y usted señor, que quiere ser?” 

Pocas veces, sino nunca, me había pasado que alguien tan pequeño me dejara sin palabras. Porque en realidad no supe que contestar. Y me hubiese gustado responderle algo más que un “no lo sé” o “quizás ya sea grande”. 

Mientras tanto a la conversación se sumó su hermanito quien, se ve estaba atento, me dijo que cómo no sabía si yo tenía 15 años y, al parecer, debía saberlo. 

Les conté que no tenía 15 sino 10 más. Y marcharon tranquilos al lado de su madre. 




Pero el que quedó pensando el resto de la tarde, claramente, fui yo. 

Puede ser que sí, que ya me considere grande, he podido asumir mis responsabilidades sin mayores inconvenientes (al menos eso creo). Pero que mejor que a uno le pregunten esto cuando uno viaja para encontrarse. 

Y es entonces que llego a las primeras hipótesis para esta delicada respuesta. Lo que quiero cuando sea grande es no arrepentirme de no haber hecho lo que pude algún día. Ser un poco más libre de lo que inevitablemente se podrá ser en un futuro. No cargar con el sentimiento de hacer algo que no me gusta, que no me completa. Haber podido conocer un poco más del mundo en el que nacimos. 

Sin embargo, no creo estar tan lejos, al menos de seguir por este camino. En el que uno atiende a sus presentimientos. En el que uno no se hace el sordo con su conciencia. En el que, aunque sea de a poco, se va abriendo un poco más, sacando esas barreras autoimpuestas, que nos alejan de lo genuino de su ser. En el que uno se animó a romper el cascarón. 





Entonces es que se me viene una segunda hipótesis para responder a Cristian y su hermanito. Quiero ser alguien que tenga amigos, amigos de verdad, por todas partes. Quiero haber conocido mucha gente de ese mundo, su forma de ser, sus costumbres y sus valores. Y que ellos lo recuerden a uno por ser, simplemente, como es. 

Sin embargo, no creo estar tan lejos, al menos de seguir por este camino. En el que ya hemos dejado nuestros amigos de toda la vida esperando en casa; en el que dejamos un pedacito de nuestro corazón en la mayoría de las casas en las que nos recibieron. En el que con pocos meses me doy cuenta que en el mundo hay mucha, pero mucha, más gente buena, amable, dispuesta a ayudar, a compartir, de las que nos muestran a diario por televisión y por los periódicos. Cómo no aprender a confiar en los demás, cuando nos han hecho sentirse amigos, hermanos y hasta hijos, sin esperar nada a cambio más que una sonrisa, un abrazo, un muchas gracias, un rato de nuestra compañía que contagia las ganas de seguir. 





La última de las hipótesis para poder dar una respuesta sincera se me viene a la mente cuando cae el sol. Que puede ser cuando a uno le agarra un poquito más de esa nostalgia, de extrañar su casa y su familia. Y estoy seguro entonces de querer conservar mis raíces, ser alguien que valoró como lo criaron, ser alguien que escucho los consejos que le dieron, ser alguien que pueda ampliar esa familia y en el cual su familia pueda confiar. 

Sin embargo, no creo estar tan lejos, al menos de seguir por este camino. Sólo por el hecho, no menor, de que a uno sus viejos le han dicho lo que uno siempre esperó oír. Que están orgullosos de sus hijos. 



Creo entonces que esas tres hipótesis no son excluyentes sino más bien complementarias. Y que si volviera a cruzarme con estos chicos que tanto me han hecho pensar estaría dispuesto a responder su pregunta filosófica: quiero ser yo mismo, haber conocido el mundo, tener mis amigos y mi familia para siempre. 

No me canso de ver algo nuevo todos los días.
La reacción de la gente conectando con la música,
una sonrisa después de una mirada,
un paisaje que al contemplarlo te hace suyo,
el sabor de una comida típica te presenta su historia misma. 

Pero tampoco deja de sorprenderme los consejos sabios de mi padre
o el beso diario de mi madre.
Porque siguen llenando, emocionando.
Después de todo son las raíces que a uno lo definen. 

Es difícil componerse si se tiene miedo,
por más soberbio que suene.
No atar al pesado, ni hipotecar la libertad,
suena un clásico, buscar la felicidad. 

Podré estar más cerca o más lejos,
respirando distintos aires,
cumpliendo un rol u otro.
Comprendo entonces que el futuro está en todos lados.



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