miércoles, 14 de octubre de 2015

Las Lajas - Cali


Tras un viaje matutino y tranquilo llegamos a la ciudad de Tulcán que limita en la frontera colombiana con Ipiales. 

Tras ingresar sin inconveniente alguno a Colombia nos aseguramos, como quien dice, “la bocha” y sacamos el pasaje para viajar toda la noche rumbo a Cali. 

Para pasar el día ya teníamos un plan, visitar el Santuario de Las Lajas. El mismo fue construido a partir de 1916 en la ladera del río Guaítara y alcanza, desde su base a la cima de la torre, los 100 metros. 

La expedición la hicimos junto a 2 compatriotas que encontramos uno en la frontera y otro en la terminal. Bienvenida la camaradería y el abaratamiento de costos.

La verdad es que es una construcción que impresiona ver de cerca, tanto por la ubicación y por la belleza del mismo. 

Santuario I

Santuario II
Ya por la noche emprendimos el viaje rumbo a la Capital (mundial quizás) de la Salsa donde nos esperaba un ritmo intenso y un calor agobiante. Pero por suerte un nuevo couch (Manu) nos recibía en su finca, con pileta arriba del morro y con la mejor vista de la ciudad. 

Cali fue una ciudad que nos llamó al retiro. Tras haber visitado el centro el primer día nos dimos cuenta que no estaba hecha para nosotros. Demasiado movimiento, comercio, etc., y un calor que no permitía el desarrollo normal de la sinapsis. Por lo tanto el resto de los días los intentamos transcurrir, mientras duraba la luz solar, en la finca del Manu. 

Finca del Manu

Cali nocturna

Cali al atardecer

Por el contrario, fuimos buenos para entrar en sintonía con la vida nocturna caleña. O al menos lo intentamos. Salimos varias veces, por no decir casi todos los días. De la mano de nuestros compañeros de vivienda, Fabi, Jose Luis y el tano Gabi. 

Visitamos el bar de Manu, bares comunes, boliches y, lo mejor y más divertido, intentamos bailar salsa. En Colombia es sabido que los caleños son los mejores bailarines de salsa, por lo que tras bailar un tema con cualquier mujer, inmediatamente nos abandonaban muy cortésmente. 

La banda fisura (Yo, Gabi, Chelo, Fabi)

Una de los atractivos más interesantes que teníamos era el transporte hasta la finca. Debíamos subir en chivas, un colectivo pero con su toque característico. 

Chiva rumbo a casa

Igualmente conocimos sitios turísticos como el malecón, la iglesia San Francisco, la iglesia La Ermita, y avistamiento de “nieve” por doquier (no hay imágenes permitidas). 

La Ermita

San Francisco

El malecón
En conclusión, Cali fue una ciudad que nos gustó mucho más desde arriba y de noche y donde conocimos muy buena gente y pudimos recargar las energías para lo que venía, Armenia, el comienzo del eje cafetero.

Despedida (Gabi, Chelo, Yo, Manu)


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