La llegada a Ibarra fue un poquito más tarde
de lo que esperábamos. Cómo era fin de semana mucha gente volvía de Quito hacía
las distintas ciudades del interior.
Cuando bajamos del colectivo y llegamos a lo de Gabi (nuestra nueva couch) ya
se había ido a trabajar a su bar y entonces nos recibiría Consuelo, su mamá.
Con la excusa de presentarnos (teníamos hambre
y ganas de tomar algo) fuimos hasta el bar donde nos quedamos un buen rato charlando
con Gabi, una chica muy copada, artista, fotógrafa, pintora, muralista, y no sé
cuántas cosas más.
En el bar de Gabi, interesante comentario de Benedetti |
Pero lo más importante es que era súper
sencilla y tenía una familia divina. Su mamá Consuelo, su hermana Fernanda, su
hermano Juan Carlos (con el cual la situación diplomática por ese entonces era
tensa) y su sobrinita (hija de Fer) Martina. Vale mencionar a los 4 o 5 perros,
que nos despertaban todas las mañanas, y el conejo de la entrada, que nos hizo
pegar algún que otro buen susto nocturno.
Los días que nos quedamos allí fueron,
cómo dicen ellos, chéveres chéveres chéveres. Gente humilde de corazón,
trabajadores, serviciales y con un muy buen sentido del humor.
Después de haber descansado esa noche nos
tocaba empezar a conocer.
El primer día fuimos, junto con Gabi, al
mercado de artesanos de Otavalo. Un mercado muy conocido por su tamaño y variedad
de productos que ofrecen. Llegado el mediodía almorzamos en el mercado, y
que buena decisión! Comimos un horneado, que es un lechón con un acompañamiento
de papas, tortilla y distintos tipos de maíz. Uno de los mejores chanchitos que
probamos hasta hoy día.
Artesana del Mercado de Otavalo |
Artesanías I |
Artesanías II |
Paseando por el mercado |
Habiendo hecho la digestión fuimos a pasar el
resto de la tarde al bosque Peguche para luego emprender la retirada hacía
Ibarra nuevamente.
Río en Peguche |
Bosque Peguche |
Esa noche el Chelo debutaba en el bar de Gabi
como artista internacional. En un recital acústico para un selecto público
presentaba su repertorio, que días más tarde repetiría en un colectivo volviendo a casa.
Al día siguiente costo arrancar pero después
de haber lavado y colgado nuestra ropa nos fuimos a almorzar a la Laguna
Yaguarcocha.
Esta laguna supo estar tenida de sangre, ya que tras una batalla
desarrollada a sus orillas entre el imperio Inca y las tribus Caranquis y Carengues, los incas masacraron a estas tribus del lugar y todos los cuerpos fueron arrojados a la misma.
Laguna Yaguarcocha |
Nos quedaba un día más en esta ciudad pero aún
no la conocíamos en realidad. Destinamos entonces a caminar por el centro, sus
plazas, sus iglesias. Un lugar muy tranquilo, con un ritmo de vida que da gusto
y unos helados demasiados ricos.
Para la última cena me tocaba cocinar. Y para
no quedar mal recurrí a la receta de mi vieja del pastel de papa. Un éxito.
Habiendo jugado un rato con Tina y sacada la foto familiar, todos a dormir.
Con la familia Ayala |
El día siguiente tocaba viajar y cruzar
frontera.
Nuestra estadía en Ecuador llegaba a su fin.
Nos despedíamos de uno de los países más biodiversos del planeta Tierra.
Llegaríamos a tierra desconocida para
nosotros, Colombia.
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