lunes, 31 de agosto de 2015

Iquique

Después de haber saldado nuestras deudas en San Pedro, partimos rumbo a Iquique.
Viajamos durante toda la noche y llegamos cerca de las 6 am a la terminal. La casa donde nos esperaban quedaba justo en la otra punta de la ciudad, por lo que tuvimos que tomar otro colectivo para alcanzar el objetivo del día.
Encontramos la casa pero nos costó despertar a Anahí. Ya estábamos pensando en un plan alternativo cuando apareció en el balcón y nos dijo que avancemos.
Aquí nos quedamos dos días y dos noches. Anahí nos dejó su habitación para los 4. Los catalanes a la cama, los argentinos al piso. Debut y despedida, al menos para mí, de la colchoneta inflable. Me llegaba hasta la cintura y no soportaba los noventa y tantos kilos. Alivianando mochila.
Aprovechamos para cocinar después de varios días. Tacos y unos choris bien piolas, que a Lau no le sentaron tan bien. El Killi aprendió a cocinar la masa de los tacos. Y el Chelo ya se consagraba como gerente de limpieza del grupo.
En Iquique nos dedicamos a recorrer el centro de la ciudad y pasar un buen rato y alguna que otra siesta frente al mar. Otra ciudad con las que no supimos congeniar.
Lo más lindo que nos llevamos de este lugar, la experiencia de Cs.
Conocimos a la familia entera de Anahí: su hijo, su hermano, y sus padres. Ellos eran maestros rurales. Compartimos una charla interesante sobre su trabajo y forma de entender las formas e importancia de la educación. Para cerrar la noche, tocaron unas canciones de su repertorio con charango y guitarra. El Kili y el Chelo hicieron su parte también, y así, luego de este emotivo intercambio cultural, nos fuimos a descansar.

Un nuevo día nos esperaba. Un día largo, destinado a llegar a la frontera Arica (Chile) – Tacna (Perú) y llegar ya entrada la noche a la bella Arequipa.


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