jueves, 27 de agosto de 2015

San Pedro de Atacama


Sol de frente,
Desierto de por medio
Me vi por vez primera
En primera persona
Donde siempre admire a muchos.

Ni el mejor diario del mundo
Puede relatar, por más sinceras y genuinas intenciones,
Ese instante viajando.

Y no es esta, estoy seguro, la excepción.
Solo quiero dejar asiento,
Para recordar lo que siento en ese momento.

Cuando el tiempo carece de sentido
Cuando lo que importa es lo que sigue y nada más.
Cuando sabés leer los indicios
Que estás en el camino correcto.

Quizás sea que en medio de la nada
Que el silencio dice tanto
Y el alma oye lo que necesita,
Saber que todo está en calma.

Esto es lo que dejó nuestra primera experiencia en el desierto.
Bien temprano por la mañana ya estábamos en San Pedro. Conseguimos un hostel que, según el promotor, era el más barato. Dejamos las cosas y salimos a dar una vuelta por el centro para buscar información sobre las excursiones y demás.
Estudiando los mapas, precios y lugares en la plaza central, se acerca un señor en bici que se presenta como Miguel, dueño de la Casa de los Músicos. Nos ofrece hospedaje más económico que el primero, por lo que fuimos a verlo. Nos cierra por todos lados asique fuimos a buscar nuestras cosas al otro hostel, negociación mediante y ante la negativa de un acuerdo justo, nos marchamos a la Casa de los Músicos.
La dueña del hostel, pareja de Miguel, era una francesa fanática de su gato que pesaba unos 15 kilos. Nos costó un poquito, pero pudimos entrar en confianza. La casa estaba llena de franceses, en su mayor parte exploradores. Ellos nos invitaron, o nosotros nos invitamos, a su cena y además nos enseñaron a hacer una hornalla con dos latas de gaseosa y alcohol.
Ahora sí, habiendo contratado las excursiones (pero aún sin pagarlas porque no andaba el posnet), conocimos:
1er día: Valle de la luna, Valle de la Muerte y Quebrada del Coyote para ver la puesta del sol.




2do día: Laguna de los flamencos (donde hacía unos -10° C, y ni los dos pares de medias térmicas nos pudieron proteger del frío), Lagunas Altiplánicas (a unos 4100 msnm, para zafar del malestar que genera la falta de oxígeno frotamos y aspiramos una plantita llamada Chuchicandia. En este camino pasamos por un punto magnético en el cual el auto apagado era atraído y hacía marcha atrás por una subida), Laguna Escondida (donde el agua tiene más concentración salina que el Mar Muerto; me tiré y no llegue a hundir la cabeza pero puedo asegurar que fue el agua más fría que toque en toda mi vida, sentías agujas pincharte la espalda de lo congelada que estaba) y para despedir el sol un pisco sour con papitas.






3er día: nada. Qué raro. Falto contar que pasó la noche anterior. A la vuelta de las excursiones nos acercamos a cancelar nuestra deuda. Pero el posnet seguía sin funcionar. Y con efectivo no íbamos a pagar ya que quedábamos prácticamente en bolas, y la condición había sido clara: si pagamos con tarjeta las hacemos. Las cosas se pusieron tensas, y nos tuvimos que pelear con la dueña de la agencia (la señora Marta). Ella culpaba a nuestras tarjetas y nosotros estábamos seguros que el problema era de ella. Por lo que llamó a su banco, en alta voz para que podamos escuchar, y desde allí le responden que no tenían habilitado operar con tarjetas internacionales.
Las cosas se pusieron más tensas aún, ya tenía hambre y le explicábamos que nosotros no teníamos porque saber cuál era su contrato con el banco ni la forma de llevar adelante su negocio.
Su propuesta de solución: llevarnos hasta otra ciudad y hacerles una compra por ese monto en un shopping. Respuesta nuestra: más que negativa y amenaza de denunciarlos con el organismo de turismo. Ahí abrieron los ojitos y nos dijeron que al día siguiente lo veíamos. Pero nos cancelaron la última excursión que teníamos.
Todo esto hizo que nos enojemos y nuestro último día lo pasemos huyendo, hasta que nos encontraron en la terminal, a punto de tomar el colectivo y con nuestra deuda activa.
Final del cuento: tras otra ardua discusión, y una reducción considerable del precio, pasamos la tarjeta por un negocio amigo de ellos. Nos fuimos tranquilos y sin deudas, y con una gran anécdota para contar.
Después de 3 días en un lugar excelente, nos íbamos a Iquique, donde nos esperaba una nueva host.


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