miércoles, 30 de septiembre de 2015

Quito

"Mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el Hombre hace en contra del Hombre." O. Guayasimín
La llegada a la capital ecuatoriana no fue tan directa. La chica que nos hospedaría estaba, casi, recién llegada a Quito después de 8 años de estar viviendo en Rusia y Ucrania, donde había estado realizando sus estudios. Por lo tanto las indicaciones que nos había dado eran un poquito vagas. Sólo sabíamos que debimos llegar cerca del viejo aeropuerto. Y tras idas y venidas, cruzar todo el viejo aeropuerto, preguntar a la gente del lugar, dimos con la casa donde nos recibiría Gabi y su madre Guadalupe.
Si bien llegamos de tardecita y un poco cansados, Gabi ya tenía preparada una salida con sus amigos. A tomar unas cervezas entonces y a bailar un rato en un bolichito de la plaza Foch.
La resaca del día siguiente se superaría bastante bien, ya que Lupita nos había preparado un desayuno descomunal. Cargadas las energías estábamos listos para un día largo:
-          Subida al teleférico, donde se podía observar desde, más, arriba a Quito y el volcán Pichincha que daba nombre a la provincia en que estábamos. (fotos)
Volcán Pichincha

Quito desde arriba


-          Museo de Guayasimín, sin dudas el museo que más, o el único a decir verdad, me conmovió al día de hoy. Una obra increíble, un museo de primer nivel, y todo con un contenido impresionante. Les dejo el Link para que puedan ver un poco.
-          Ya por la noche una salida familiar nos aguardaba. Junto a los tíos, primos y madre de Gabi fuimos al Panecillo. Un cerro donde se encuentra una escultura de la Virgen del Panecillo (obra en aluminio más alta del mundo). Allí probamos el canelazo (bebida caliente típica de Ecuador a base de caña y canela) con una vista nocturna de Quito muy linda. 
Quito nocturno

Virgen del Panecillo y nosotros

Familia de Gabi y nosotros
Sabíamos por comentarios que en el cráter de un volcán dormido habían establecido un pequeño pueblito, con campos, vaquitas y demás. La verdad es que nos sorprendió bastante este cuento, y allá fuimos. A visitar el Volcán Pululahua. Sin dudas algo que no se ve todos los días; no pudimos llegar a comprender del todo la idiosincrasia de los lugareños. 
Cráter del Volcán Pululahua

Antes de volver tendríamos nuestra revancha después de nuestra última visita a Quito. Visitar el punto “exacto” de la mitad del mundo. Primero entramos en el museo Intiñan (que significa camino del sol) donde según nos indicaron pasa justo el paralelo 0°0´00” y además de aprender un poco sobre la cultura indígena ecuatoriana, nos hicieron una serie de experimentos que sólo suceden en este lugar. Cómo por ej. Para donde gira el agua en cada hemisferio y en este lugar? O cuanta fuerza se pierde o porque pesamos algún kilo menos en este punto del planeta tierra?
Línea divisoria Norte-Sur

Tótems Guardianes


Saliendo de este museo pasamos a visitar el monumento oficial de la mitad del mundo, en homenaje a la misión geodésica francesa que en el siglo XVIII llegaba a este país para determinar la franja equinoccial que divide al planeta en norte y sur. Este hecho en realidad no era nada nuevo, ya que los indios Quitus ya habían dado con este punto muchos años atrás.
Monumento Mitad del Mundo

El chelo invadiendo territorio

Para finalizar, una foto con la escultura de Néstor, en el edificio de la UNASUR.
Viva Perón

Después pasar unos días bien movidos, cumpliendo correctamente nuestro papel de turistas optamos por pasar un día tranquilo, recorriendo el Casco histórico de Quito, que es patrimonio de la humanidad, por el ser el casco mejor conservado del mundo. Esta vez no tuvimos suerte de cruzarnos con el presidente. Terminaba nuestro recorrido al atardecer por la zona de la Ronda, un lugar muy pintoresco y colonial, ideal para tomarse una cerveza (que nunca encontramos porque los bares estaban cerrados por ser día de semana).
Quito I

Quito II

La Ronda I

Líneas por La Ronda I

La Ronda II

Líneas en La Ronda II

Nuestra estadía en la capital estaba llegando a su fin. Pero nos quedaba algo pendiente. Atrás en el camino nos habíamos salteado el Quilotoa. Un volcán inactivo en cuyo cráter se había formado un espectacular lago de color verde. Optamos por ir, tomamos varios colectivos para llegar primero a Latacunga (ciudad que estaría próxima a desaparecer ante la erupción del Cotopaxi), llegar a Zumbagua y así poder pasar la noche (fría y ventosa) en Quilotoa. Tras amanecer y desayunar emprendimos el descenso hacia el fondo del cráter, orillas del lago.

Amaneciendo en Quilotoa

Quilotoa I

Quilotoa II
Una vez abajo y habiendo disfrutado semejante paisaje, conocimos a Andrea, una chica muy copada que está armando su propio sitio de turismo y a la cual le garroneamos (con resultado positivo) la vuelta a Quito en su camioneta.
Último día en Quito, salimos a brindar por ello con Gabi y sus amigos y con una amiga muy especial que nos habíamos hecho esa misma tarde en el Parque Metropolitano. Adaluz quien, por esas cosas del destino, resultó ser compañera de los chicos que nos habían hospedado en Puerto Napo. Un personaje de otro planeta, con la que nos hubiera encantado compartir algunas charlas más.

Última noche quiteña

Pero como todo, nuestra estadía llegaba a su fin, nuestro camino debía seguir por lo que una nueva ciudad nos esperaba, Ibarra. 

jueves, 24 de septiembre de 2015

Puerto Napo


Habíamos dejado Baños con una llovizna macanuda, pero después de unas 3 o 4 horas y habiendo arribado al Oriente Ecuatoriano (lo que nosotros llamamos selva) el clima se tornó bastante más pesado y caluroso, casi agobiante.
Caminamos hasta la plaza del pueblo que parecía no tener más de unas 15 cuadras de largo y avisamos a los chicos que nos estaban esperando. Minutos más tarde nos pasaban a buscar en su “jeep” blanco Jananine y su hermano Abel, a quien no demoramos en re-bautizar “el fideo” (por su parecido a Di María).
Llegamos a la casa, dejamos las mochilas tiradas y enseguida divisamos un gran árbol. Nuestro árbol, donde se encontraba construida una casa a unos 17 metros de altura. Si bien Jani ya nos había advertido de esto, no dejaba de sorprendernos. Sabíamos que esta anécdota quedaría para la historia. Recorrimos el resto de la casa; tenían plantaciones de frutas, un temascal que se utilizaba todos los fines de mes (con piedras traídas directamente del Tungurahua) y hasta un ovnipuerto.
Casa del Árbol

*Agradezo al chelo su cortesía del video.
El resto de nuestro primer día sería tranquilo, unas compras para la cena de la noche, birrita y competencia de jenga, donde los resultados no acompañarían al chelo.
Tras haber amanecido por primera vez arriba de un árbol, desayunado y demás, emprendimos nuestra primera incursión a la selva. Visitamos La Laguna Azul.

Laguna Azul I

Laguna Azul II



Nos metimos, aunque unos pocos metros en relación a su totalidad, en Los Llanganates, un lugar que impresionaba por su belleza, su densidad, su humedad, su energía. Según cuenta la leyenda es en esta parte del oriente donde el último Inca, Atahualpa, escondió su tesoro (de incalculable valor y cantidad de oro) de los españoles. Lo que sí se sabe es que mucha gente se ha perdido allí dentro y nunca salió, en ambiciosas expediciones con el objetivo de encontrarlo.

Los Llanganates


Después de haber estado en algunas de las cascadas que componen esta laguna caminamos a la orilla del Río Jatunyacu, donde se encuentran enormes rocas volcánicas que adornan el paisaje, haciéndolo único. Estas se formaron después de que el Cotopaxi (volcán actualmente activo) erupcionara ciento de años atrás.
Río Jatunyacu

Atardecer en la selva

Jani y Chelo jugando

Lluvia y sol en la selva
Ya de vuelta en la casa, cocinamos unas pizzas con unos amigos de los chicos y dimos por finalizado este día selvático.
Nuevo día, en el cual ayudamos al fideo a construir un gallinero para su nuevo emprendimiento de cría de pollos criollos. Por la tarde un nuevo atractivo de la selva aguardaba. Marchamos hacía Puerto Misahuallí, donde a orillas del Río Napo estaba lleno de monos capuchinos. La gente del lugar nos advirtió que tengamos mucho cuidado con las cosas que teníamos en la mano ya que los monitos sabían subirse y robarlas o romperlas. 

Monito I

Monito II

Monitos


Por suerte no pasó nada de eso y pudimos seguir sin problemas para adentrarnos un poco más en la selva y conocer uno de los ceibos más grandes del Ecuador (nosotros creemos que tranquilamente puede serlo de toda América). 

Un árbol milenario, el cual su presencia intimidaba, denotaba sabiduría y experiencia. Tocarlo era como abrazar a un abuelo, que nos conoce desde siempre, que con sólo su mirada nos cuenta los mejores secretos. Sin duda quedamos muy asombrados con esta particular especie.

Fideo-Yo-Chelo bajo el Ceibo

El chelo vs. el ceibo

Ger vs. el ceibo

El ceibo
Por la noche compartiríamos un buen rato de música, fotos y más música. Un cielo hermoso sin duda, despejado, repleto de estrellas.
El próximo día esperamos la llegada de Pablo, el papá de los chicos. Nos pasamos toda la mañana y gran parte de la tarde jugando al pingpong. Todavía teníamos tiempo libre y nos fuimos a tomar unos mates al Río Anzu, que se encontraba a 3 cuadras de la casa. Por la tardecita, llevamos con el Fideo a Jani a sus clases de inglés y nosotros nos quedamos tomando una cerveza y comiendo una hamburguesa por ahí.
A la vuelta se produciría el esperado encuentro con Pablo. Toda su casa, sus hijos y lo que ellos nos contaban hacían de él una persona más que interesante. Y así fue. Demostró serlo, nos enseñó su forma de comprender la vida, nos contó un poco más de sus creencias y, sin dudas, nos dio fuerzas para seguir adelante con nuestro objetivo de viaje.
Chelo - Pablo - Jani - Yo - Fideo - Pumba

Y así fue nuestra experiencia en la selva, con esta hermosa familia. Sin dudas una de las más ricas hasta hoy. Lugares nuevos, historias nuevas, comidas nuevas (Yerba luisa, Jamaica, yuca, guayusa, todo de la exquisita mano de Las, la chica que ayudaba en la casa con los quehaceres) intercambio de libros y música.
Ahora íbamos hacía la capital de país, por nuestra revancha, más de un año y medio después.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Baños

Después de haber hecho transbordo en Ambato y tomar el segundo colectivo del día, llegamos ya casi de noche a Baños.
Esta vez no teníamos couch, pero si nos habían pasado el dato de un hostel que andaba en busca de voluntarios para realizar algunos trabajos a cambio de comida y hospedaje. Y allá fuimos. Nos presentamos, previamente habiéndonos contactado, y cerramos el “contrato”. Una semana, 4 horas por día a cambio de desayuno, almuerzo y cama.
Los primeros dos días serían lijar y preparar unas paredes de un hostel que la firma estaba próximo a inaugurar. El team: el Chelo, el negrito Gaby y yo. Al negrito lo conocimos ni bien llegamos, era nuestro compañero de cuarto. Un personaje divino, nacido en Ecuador y criado en España. En dos días demostró ser una gran persona, humilde, sensible, un crack.
El tercer día de trabajo fue el más duro, pasamos a albañiles. Terminamos una escalera de material e hicimos los pilotines para un futuro quincho. Resultado del día de trabajo: exitoso. Esta vez el team argento puro: Chelo, el Edu (de Mendoza, gallina, subió el Aconcagua así que ahora es un ídolo nuestro), el Lipo (de Córdoba, encargado del hostel)
El resto de los días nos ascendieron por falta de voluntarios y pasamos a estar en la recepción del hostel en los turnos tardecita y noche. Mucho más sencillo; ordenar el living, sacar las toallas limpias y doblarlas.
Vale mencionar a los compañeros de voluntariado:
-con los que también nos hicimos amigos, los chilenos (la) Ale y (el) Ale. Con ellos pasamos a compartir las comidas, ratos libres, paseos, charlas, y demás. 2 cracks más para agregar a la lista.
-Pau: de Bahía Blanca, gallina, un aparato; cuidaba a Ivana, la hija más chiquita de la dueña del hostel.
-Diego, el mexicano hombre de negocios que logró salir del sistema. Un genio.
En fin, respecto al voluntariado y nuestra estadía en el hostel creo que es todo lo que hay para contar. Más que agradecidos a la Vale, dueña del hostel, con la que siempre tuvimos la mejor onda.
Entonces luego de trabajar lo que nos correspondía cada día, teníamos nuestro merecido descanso, en el que siempre intentábamos conocer algo nuevo.
Pailón del Diablo: el primer día alquilamos unas bicicletas y nos fuimos hasta esta cascada, considerada uno de los 10 saltos de agua más impresionantes del planeta, a unos 20 kms desde Baños. Tiene una altura de 80 metros aproximadamente. Ni bien llegamos se largó a llover pero gracias a unas personas que ya se iban y nos regalaron sus impermeables pudimos cubrirnos (aunque sea por un rato). Nos paseamos por los balcones, incluso llegando al último donde ya no había manera de cubrirse del agua de la cascada. Desde estos balcones nos quedamos observando las formas que se armaban del choque del agua contra las rocas y del agua contra el agua misma, algo maravilloso. También subimos por la grieta del cielo, un pasadizo entre la roca que en su fin desemboca detrás de la cascada. Algo imponente que de verdad nos dio mucha impresión. Para finalizar este paseo cruzamos por el puente colgante y vimos el paisaje desde una nueva perspectiva. 

Sugerencia antes de entrar
Pailón del Diablo I

Pailón del Diablo II

Pailón del Diablo III



Columpio del fin del Mundo: a 2600 msnm y con la mejor vista del volcán Tungurahua se encuentra una casa del árbol bastante peculiar. Tiene 2 columpios que dan sobre el precipicio. La vista es hermosa, y tuvimos la suerte de que el cielo se despejara para poder ver al volcán tirando cenizas. Nos hamacamos un buen rato aprovechando que no había tanta gente y luego tomamos unos mates con dos chicas argentinas que nos cruzamos allí y nos invitaron con la mejor onda (Clari y Stefi)
Volcán Tungurahua en actividad

Columpio + Chelo + Tungurahua

Columpio + Ger + Tungurahua

Mate frente al Tungurahua

Puente San Francisco: con 120 metros de altura, desde allí se tiene una visión más que interesante con el río Pastaza debajo. En este puente practican “Puenting” y debo admitir que en esta ocasión no me dieron los huevitos para saltar. Me fui más que enojado conmigo mismo, pero uno debe conocer de sus límites. Quizás no fue ese el tiempo y el lugar, y más adelante pueda intentarlo en otro destino distinto.
Río Pastaza desde Puente San Francisco

Cascada Agoyán: para seguir conociendo, y a modo de premio consuelo por no haber saltado del puente, fuimos en camión (uno de las pocas veces que resultó hacer dedo) hasta esta cascada para hacer canopy. Fueron unos pocos segundos en los que por primera vez sentí esa sensación de volar, al pasar de un lado a otro a unos 60 mts del suelo. Simplemente maravilloso.
Cascada Agoyán



Mirador de la Virgen: subiendo y atravesando el cementerio se llega a este mirador donde se encuentra una escultura de la Virgen de Agua Santa de unos 34 ms. El mayor atractivo es la vista panorámica de la ciudad.
Baños

Cascada de la Virgen: a una cuadra del hostel se encontraba esta cascada, cuyo ruido era nuestra música de ambiente todo el día y toda la noche. Fuimos a conocerla cara a cara uno de los últimos días en los que nos encontrábamos por esos pagos.
Cascada de la Virgen

Baños fue entonces un lugar del que nos llevamos muchas caras nuevas y de las buenas, y un lugar con una fuerte conexión con la naturaleza y cargada de aventuras. Pasamos una semana más que buena, donde cargamos muchas energías para seguir. 

Una linda familia nos esperaba en nuestro próximo destino, el Oriente, la selva ecuatoriana.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Cuenca

Llegar a Ecuador nos llevó unas horas más de las que pensábamos. Debíamos pasar por el paso fronterizo, trámite que no duraría, en teoría, más de 15 minutos. 

Creo que batimos un nuevo record mundial ya que estuvimos en la frontera unas 6 horas. Un caso atípico, un contingente de colectivos repletos de seguidores de alguna religión provocaron un cuello de botella más que considerable. Sumado a la “buena” predisposición de los empleados del lugar hicieron que esto se transformara en algo insoportable.

Siendo las 7.30 y después de cada uno de nosotros tuviese su percance con los empleados de la aduana, logramos subir de nuevo al colectivo rumbo a Cuenca, en el cual no lograríamos descansar demasiado resultado de la combinación de curvas y contracurvas del camino y la prisa del chofer por llegar a destino.

Allí nos esperaba Lis, una estudiante de odontología que con sus compañeros de casa (Xaviera y Juan) nos recibían en lo que era su primera experiencia en Cs. 

Un dato importante es que no éramos los únicos huéspedes, también había llegado el Tano Stef, un personaje que requeriría un capítulo aparte. Nos deleitó con sus recetas imaginarias, nos enseñó un poco más de historia (ya que esta era su profesión) y supo ser un gran compañero.

Respecto a la ciudad, Cuenca es super lindo. Estilo colonial, ritmo de vida muy tranquilo, gente muy amable, un paisaje serrano hermoso.

Después de llegar e instalarnos en la casa de Lis, caminamos por la ciudad y almorzamos comidas típicas ecuatorianas a base de plátanos: tigrillos, empanadas de verde y bolones con chicharrón (muy sabrosas y contundentes). Ya con la panza llena fuimos a conocer el Museo Pumapungo y de esta manera aprender un poquito más sobre las costumbres y etnias del Ecuador. En ese transcurso conocemos el trayecto de los 4 ríos y el Puente Roto. 

Al día siguiente debía realizar una visita médica al dentista por lo que no pudimos alejarnos mucho de la ciudad. Durante la mañana recorrimos un poco el centro y subimos a la terraza de la catedral. Foto
En la tarde, tras ser atendido, y aprovechando que estábamos ya cerca, fuimos hasta el mirador del Turi para tener un panorama desde arriba de todo Cuenta. 


Catedral de Cuenca

Vista desde la terraza de la Catedral

Vista desde el Mirador del Turi

Tercer día en Cuenca salimos la banda entera para llegar a la Laguna de Busa, en San Fernando. Un lugar muy lindo, pacífico, ideal para comer un asadito ( de esos que hace casi 2 meses no probamos). Recorrimos el lugar, tomamos unas buenas fotos y retomamos para volver a la casa y tomar unas buenas chelitas.

Argentina, Ecuador, Italia, Perú en la Laguna de Busa

Laguna de Busa I

Laguna de Busa II


Nos volvimos a encontrar con Ron que seguía en sus vacaciones. Salimos a cenar junto con el tanito y luego a tomar algo por la Calle Larga (lugar de bares y boliches de Cuenca). Eso sí, hasta temprano. A las 12 de la noche por ley cierran todos los lugares. Según nos comentaban, esta ley se sancionó dado que los cuencanos tuvieron varios problemas de alcohol, y hasta llegó a ser considerada una de las ciudades más alcohólicas de Sudamérica.

Último día en Cuenca, sábado de lluvia, matecitos y partido de Boca-Gimnasia gracias a la TV pública on line. Sábado bien dominguero, al mejor estilo argento.

Nos despedimos bien temprano de los chicos y Cuenca, esa ciudad que supo tratarnos más que bien, y que sin dudas es un gran lugar para vivir. Más que recomendada a todos.

El domingo sería un día de rutas para llegar a nuestro próximo destino, Baños.