sábado, 5 de septiembre de 2015

Ica


Llegada a la ciudad de Ica 9.30 am después de 12 hs de viaje desde Arequipa.
Condiciones del viaje: optimas, con bastante movimiento en el 2do piso del colectivo.
Primera apariencia de la ciudad: mala. Según diversas fuentes tiene una gran semejanza a algún lugar asiático sin edificios altos. Muchísimo ruido, harto tráfico, aire denso de respirar.

Centro de Ica
Luego de un gran almuerzo, papas a la huancaína + picante de pallar con pollo grillado, partimos hasta el oasis de Huacachina (un lugar que igualmente prometía demasiado en las fotos; la mano del hombre se nota, y lo ha desmejorado mucho, en mi opinión).
A falta de heladerías en el pequeño poblado, nos conformamos con un palito bombón.
Y ahora sí, después de varios intentos fallidos, alquiler de tablas y total sandboarding.
Resultado de la práctica: 3 tiradas (1 por la ladera este de la duna, 2 por la oeste), 2 subidas crueles, un buen palo, grandes cantidades de arena en todos (repito TODOS) los orificios corporales pero más que satisfechos y pasados de rosca. A casi un mes todavía hay rezagos en las rodillas.


Sandboard con Lau
Avistaje de un gran atardecer arriba de las dunas, con el desierto de horizonte. Me atrevo a decir que fue, al menos hasta ahora, uno de los mejores.


Para relajar un poco, previa sacudida general, birritas y batatas fritas a la orilla de la laguna. Otra vez vale mencionar a nuestros amigos de Barcelona. Grandes compañeros de charla y reflexión.

Yendo a buscar al Chelo arriba de la duna

Oasis Huacachina

Ya de vuelta, para cambiar un poco nuestra dieta, sanguchitos y birra en la habitación del hostel, diclofenac y dulces sueños. Pronto partiríamos hacía Paracas, vuelta a las rutas, vuelta a nuestro camino.

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