jueves, 24 de septiembre de 2015

Puerto Napo


Habíamos dejado Baños con una llovizna macanuda, pero después de unas 3 o 4 horas y habiendo arribado al Oriente Ecuatoriano (lo que nosotros llamamos selva) el clima se tornó bastante más pesado y caluroso, casi agobiante.
Caminamos hasta la plaza del pueblo que parecía no tener más de unas 15 cuadras de largo y avisamos a los chicos que nos estaban esperando. Minutos más tarde nos pasaban a buscar en su “jeep” blanco Jananine y su hermano Abel, a quien no demoramos en re-bautizar “el fideo” (por su parecido a Di María).
Llegamos a la casa, dejamos las mochilas tiradas y enseguida divisamos un gran árbol. Nuestro árbol, donde se encontraba construida una casa a unos 17 metros de altura. Si bien Jani ya nos había advertido de esto, no dejaba de sorprendernos. Sabíamos que esta anécdota quedaría para la historia. Recorrimos el resto de la casa; tenían plantaciones de frutas, un temascal que se utilizaba todos los fines de mes (con piedras traídas directamente del Tungurahua) y hasta un ovnipuerto.
Casa del Árbol

*Agradezo al chelo su cortesía del video.
El resto de nuestro primer día sería tranquilo, unas compras para la cena de la noche, birrita y competencia de jenga, donde los resultados no acompañarían al chelo.
Tras haber amanecido por primera vez arriba de un árbol, desayunado y demás, emprendimos nuestra primera incursión a la selva. Visitamos La Laguna Azul.

Laguna Azul I

Laguna Azul II



Nos metimos, aunque unos pocos metros en relación a su totalidad, en Los Llanganates, un lugar que impresionaba por su belleza, su densidad, su humedad, su energía. Según cuenta la leyenda es en esta parte del oriente donde el último Inca, Atahualpa, escondió su tesoro (de incalculable valor y cantidad de oro) de los españoles. Lo que sí se sabe es que mucha gente se ha perdido allí dentro y nunca salió, en ambiciosas expediciones con el objetivo de encontrarlo.

Los Llanganates


Después de haber estado en algunas de las cascadas que componen esta laguna caminamos a la orilla del Río Jatunyacu, donde se encuentran enormes rocas volcánicas que adornan el paisaje, haciéndolo único. Estas se formaron después de que el Cotopaxi (volcán actualmente activo) erupcionara ciento de años atrás.
Río Jatunyacu

Atardecer en la selva

Jani y Chelo jugando

Lluvia y sol en la selva
Ya de vuelta en la casa, cocinamos unas pizzas con unos amigos de los chicos y dimos por finalizado este día selvático.
Nuevo día, en el cual ayudamos al fideo a construir un gallinero para su nuevo emprendimiento de cría de pollos criollos. Por la tarde un nuevo atractivo de la selva aguardaba. Marchamos hacía Puerto Misahuallí, donde a orillas del Río Napo estaba lleno de monos capuchinos. La gente del lugar nos advirtió que tengamos mucho cuidado con las cosas que teníamos en la mano ya que los monitos sabían subirse y robarlas o romperlas. 

Monito I

Monito II

Monitos


Por suerte no pasó nada de eso y pudimos seguir sin problemas para adentrarnos un poco más en la selva y conocer uno de los ceibos más grandes del Ecuador (nosotros creemos que tranquilamente puede serlo de toda América). 

Un árbol milenario, el cual su presencia intimidaba, denotaba sabiduría y experiencia. Tocarlo era como abrazar a un abuelo, que nos conoce desde siempre, que con sólo su mirada nos cuenta los mejores secretos. Sin duda quedamos muy asombrados con esta particular especie.

Fideo-Yo-Chelo bajo el Ceibo

El chelo vs. el ceibo

Ger vs. el ceibo

El ceibo
Por la noche compartiríamos un buen rato de música, fotos y más música. Un cielo hermoso sin duda, despejado, repleto de estrellas.
El próximo día esperamos la llegada de Pablo, el papá de los chicos. Nos pasamos toda la mañana y gran parte de la tarde jugando al pingpong. Todavía teníamos tiempo libre y nos fuimos a tomar unos mates al Río Anzu, que se encontraba a 3 cuadras de la casa. Por la tardecita, llevamos con el Fideo a Jani a sus clases de inglés y nosotros nos quedamos tomando una cerveza y comiendo una hamburguesa por ahí.
A la vuelta se produciría el esperado encuentro con Pablo. Toda su casa, sus hijos y lo que ellos nos contaban hacían de él una persona más que interesante. Y así fue. Demostró serlo, nos enseñó su forma de comprender la vida, nos contó un poco más de sus creencias y, sin dudas, nos dio fuerzas para seguir adelante con nuestro objetivo de viaje.
Chelo - Pablo - Jani - Yo - Fideo - Pumba

Y así fue nuestra experiencia en la selva, con esta hermosa familia. Sin dudas una de las más ricas hasta hoy. Lugares nuevos, historias nuevas, comidas nuevas (Yerba luisa, Jamaica, yuca, guayusa, todo de la exquisita mano de Las, la chica que ayudaba en la casa con los quehaceres) intercambio de libros y música.
Ahora íbamos hacía la capital de país, por nuestra revancha, más de un año y medio después.

1 comentario:

  1. esee Ger loco te quedo de lujo me gusta como escribes que les vaya de lujo en la travesia es un viaje hermoso el que se estan haciendo los envidio muchachos sigan adelante aca tienen una familia para cuando quieran saludos para el CHELO AMIGOO !!! son unos tipasos gracias por compartir !

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